LA MATERNIDAD, LA ADOLESCENCIA Y EL CANSANCIO

 

“Ser madre, guau!”. Parece que fue ayer cuando recibiste la noticia de que ibas a ser madre. Y ya han pasado cuántos, ¿doce años? ¿Catorce? ¿Dieciséis?

El caso es que han pasado volando.

Ser madre no es fácil. Ser padres no es fácil, por eso nos lleva una vida entera de entrenamiento.

En el caso de las madres, además, soportamos una carga emocional que va más allá de la pura maternidad y es la cantidad de tópicos que a ésta se asocian: “es lo mejor de la vida”, “tener hijos es una experiencia extraordinaria”, “tienes que ser buena madre, atenderlos”, “si no sientes todo esto, es que no tienes instinto”, “si no das de mamar, eres una madre desnaturalizada”, “si trabajas X horas quién te los cría”, “si los dejas en la guardería es que no quieres estar con ellos”, cuestiones que además, suelen recaer únicamente sobre la madre como si el padre no tuviera la misma responsabilidad respecto de la crianza que nosotras.

¿Qué hacemos entonces?

Ser madre (ser padres) es una situación que hace que nuestra vida se adapte un cambio y por tanto, es tan íntima como cualquier otra situación vital siendo experimentada de manera distinta por cada persona. ¿Tengo que estar contenta por enterarme que voy a ser madre tanto como si me entérese de que me ha tocado la lotería? Pues mira, sientas lo que sientas, estará bien: no te exiges más, no te culpes, no sufras si no estás a la altura de lo que otros esperan que sientas. Lo importante es ¿qué sientes tú? Y sientas lo que sientas, aprende que es normal, que es algo nuevo y que puedes contar con gente a tu alrededor con la que compartir tus emociones, por muy extrañas que te parezcan.

Porque parece que si estás asustada, si el parto te parece un horror y no un momento mágico, si decides ponerte epidural o no dar el pecho, eres cuánto menos la peor madre del mundo: y no, ser madre es mucho más que esos momentos, ser madre es un trabajo que vas a ejercer toda la vida, así que calma. Si tú eres feliz, tu hijo/a será feliz.

Igual pasa con la crianza. La crianza es agotadora. Habrá muchos días en que pienses que en qué momento te pareció buena idea ser madre, en qué a gusto estarías sola, o viajando o ejerciendo tu profesión con calma. Y, ¿eres peor madre o quieres menos a tus hijos por pensarlo? No, no lo eres. La vida está llena de días muy complicados en que nos gustaría que tuviesen 72 horas para atender a todo de la mejor manera: pero los días tienen 24 horas y seguro que en ellas, has hecho y dado lo mejor de ti. Deja de castigarte.

Y si llegamos a la época de la adolescencia, esa sensación de que la maternidad es un peso pesado llega a su máximo esplendor: ¿quién es este extraño y por qué se ha llevado a mi hijo/a? El adolescente es como haber tenido otro hijo de pronto. Ese ser al que nos habíamos acostumbrado al final, desaparece y en ocasiones surge otro completamente desconocido. Ahí es donde los padres decimos “pero, ¿qué está pasando? ¿por qué no me entiendo con él/ella?”

Y es que la adolescencia es el momento de la vida en que todos nos ponemos a prueba: los hijos como hijos y los padres como padres y ahí hay que echar los restos. A quemarropa. Bienvenidos a una montaña rusa que aúna nuestro cansancio y sus hormonas.

De nuevo a poner normas, a explicar todo, a discutir por todo… Nosotros, que creíamos que lo peor había pasado.. Pues no.

Lo peor y lo mejor acaba de empezar: acompañamos a nuestros hijos en su viaje hacia la vida adulta, así que, abrocharos los cinturones porque en este viaje vamos a hacer varias paradas en las que ir revisando la ruta. En la que tendremos que ir intercambiando los conductores para no agotarnos del todo o estrellar directamente el coche, e ir disfrutando con ellos en la marcha de una canción, una reflexión, un juego, una confesión, etc.

Ser madre, ser padres,  es en definitiva ese trayecto que cuando creemos que ya tenemos trazado, siempre nos sorprende.

Si i lo necesitas, ¡Nosotros hacemos este viaje contigo!

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