Relajación y Meditación

 

Si a cualquier adolescente le pedimos que pase con nosotros diez minutos de su precioso tiempo para llevar a cabo una relajación o meditación nos dirá algo así como «¿En serio?… En Plan, ¿me siento y cierro los ojos y eso? Ufff, qué rollo»

Sí, esa será la respuesta más normal entre nuestros chavales/as. Y, ¿Por qué?

Sin entrar en un estudio profundo acerca del tema, una de las causas más probables es porque desde niños no lo han integrado en su agenda de tareas cotidianas. Es decir, ninguno de nosotros les hemos enseñado que tan importante como el aseo personal, o el orden, o el cumplir unas normas, es organizar nuestro flujo mental. Dar un tiempo a nuestra cabeza para que pare, para que descanse, para que tome fuerzas para cualquier actividad.

Más allá de lo puramente obvio respecto de la relajación y la meditación, de sus beneficios para el descanso muscular, sus aplicaciones para el trabajo de la ansiedad y el control de los impulsos, la práctica diaria de la relajación y la meditación en niños y adolescentes permite una mejora de la función cognitiva: aspectos como la atención, concentración y memoria se ven reforzadas cuando el niño/adolescente introduce en su rutina esta nueva forma de entrenamiento.

Porque nuestro cerebro, nuestro flujo de pensamiento hay que entrenarlo a diario.

Cuando los adolescentes me dicen «Esto me parece una pérdida de tiempo» siempre les respondo lo mismo: «acepto eso si tú me aceptas que hacer deporte es otra pérdida de tiempo… ¿lo es?» Su respuesta es siempre «¡Qué dices! ¡No!»… Mi comentario es siempre el mismo ante su sorpresa, «Entonces… ¿por qué le niegas a tu cerebro lo que a tu cuerpo no?»

 

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